Más de 100 lugares, unas 40 ciudades y 9 países. Todos ellos volcados en enseñarnos qué es respeto, o más bien, qué no lo es. Qué no lo es, y qué ocurre cuando olvidamos respetar a quien convive con nosotros día a día por las calles.
Ya han pasado entre unos siete años desde que Patrick Van Der Tuin viera ante sí cómo un conductor chocaba contra un ciclista. Fue por ello que decidió colocar la primera "ghost bike" en ese mismo punto del Holy Hills Boulevard en St. Louise, Missouri.
Desde entonces, cada vez que un ciclista es atropeyado, se coloca una bicicleta blanca. Completamente pintada de blanco, acompañada de flores, de mensajes, de avisos, ... O símplemente de nada, puesto que la propia bicicleta ya es suficiente. Por sí sola busca poder advertir, esta vez a tiempo, que alguien se llevó un susto, e incluso perdió la vida ahí.
Bonito recuerdo de quien se fue, llamativo aviso para quien pasa hoy, pero ¿y mañana? ¿Servirá todo esto mañana? El respeto se educa, y derepente un día, el respeto crece, de dentro hacia afuera. Tomemos esto como una lección más en la escuela del respeto, un pasito más hacia unas calles donde si Dios quiere reinarán peatones y bicicletas, pero por encima de todo reinará el respeto.
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